
A la Caja de Jubilaciones de la provincia la salvaron los trabajadores y jubilados
Por Guillermo Michel
El directorio del FMI aprobó un nuevo acuerdo para Argentina. Será por 20.000 millones de dólares, 15.000 de los cuáles llegarán en 2025. Se usarán para sostener al dólar y financiar la fuga de los especuladores, mientras nos dejará más deuda y exigencias de más ajustes.
Breve introducción histórica. Hablar de deuda pública nos remite a explicar y comprender gran parte de la historia neocolonial argentina donde las clases dominantes han utilizado al estado y a la partidocracia para generar y sostener ganancias particulares y/o de sectores minoritarios a costa de todo pueblo. La Argentina vive endeudada desde 1824 iniciada con el empréstito extranjero que contrajo Rivadavia con la ley de enfiteusis con el estado poniendo en garantía tierras productivas; después Avellaneda afirmaría allá por 1870: “hay dos millones de argentinos que economizarán hasta sobre su hambre y su sed, para responder en una situación suprema a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados extranjeros”. Estas expresiones de Nicolás Avellaneda tienen plena vigencia 150 años después, porque el arrodillarse de la clase dirigente ante los poderes de los organismos multilaterales de crédito continúa con la entrega, el saqueo, el sometimiento y la obediencia. La estafa se agudizó con la última dictadura (1976) y se convirtió en el principal problema/obstáculo para los gobiernos subsiguientes que con algunas poquitas excepciones se mantuvieron en la misma lógica de deuda ilegal, ilegítima, odiosa, inmoral, fraudulenta y usuraria.
Según el economista e investigador Héctor Giuliano la deuda asciende a 480 mil millones de dólares -con los 20.000 del FMI se llega al medio millón de millones. Sólo se pagan intereses sin amortización, con esa cifra de usura se podrían hacer 2 hospitales de mediana complejidad o 10 escuelas por día.
El FMI ya no vive de prestar dinero y cobrar con intereses lo que prestó, eso es lo que hacen los prestamistas vulgares. El FMI existe para comprar riqueza real con dinero, para transformar finanzas en economía. Y para asegurarse que el país seguirá pagando, vía libre para el saqueo, el control de la vía navegable del Paraná, por dar un ejemplo cercano, y la apropiación directa de nuestros bienes naturales con un RIGI a la medida. Es un sistema de cesión de soberanía a manos de intereses foráneos en un mundo de disputas geopolíticas imperiales. El régimen contrae un empréstito a nombre del país aduciendo que el dinero se utilizará para reforzar las reservas en dólares del Banco Central, pero es falaz. A la vez, una economía que se monta sobre una deuda, por sus orígenes y usos ilegítima y odiosa, y la dependencia que la misma asegura, para pintarse falsamente de verde.
Un modelo económico que acentúa la mercantilización, financiarización, extracción y extranjerización de la naturaleza, incluyendo los metales críticos, las tierras raras, el litio, el uranio y otros intereses que Francia —como otros países— busca asegurarse por el mundo, como claves de una nueva etapa de expansión y control imperialista bajo la consigna vaga y rimbombante de la “transición energética”. Sólo basta con recuperar las declaraciones de la comandante de las Fuerzas Armadas del Comando Sur de Estados Unidos, Laura Richardson al referirse al interés de nuestros bienes comunes.
El dinero va fugarse a manos de privados, saquean y atan la vaca colonial. Lo que se está haciendo ahora ya se hizo con Martinez de Hoz, Macri y se resume en endeudamiento, fuga y saqueo.
Las grandes corporaciones estuvieron un año y medio juntándola en pala mecánica a partir de la liberación de los precios al consumidor, pero la juntaron en pesos que es la moneda con la que el argentino paga cuando compra o contrata. Y ahora el poder fáctico tiene una montaña de pesos en su posesión. Secaron el mercado de pesos con la devaluación, expoliaron los salarios y jubilaciones llevándonos a la indigencia.
La consecuencia de tanto sometimiento será la continuidad del ajuste y cumplir con las descaradas exigencias de “reformas estructurales”: entre otras un nuevo ataque al sistema previsional y a los derechos laborales.
Los que acumularon pesos no les sirven, no los pueden sacar del país en moneda nacional. Necesitan dólares y necesitan cambiar esos pesos por dólares. Pero el Estado no tenía dólares para hacer esa operación y de ahí el préstamo con el FMI. Y levantaron el cepo. Entonces ahora el Estado tiene los dólares en caja y para facilitar el curro lo que hace es levantar el cepo.
El proceso va a durar lo que tarden las grandes corporaciones en hacer esa operación y cuando el dinero prestado por el FMI se esfume sabemos cómo termina esta recurrente historia.
El FMI impulsó una nueva devaluación (disfrazada de flotación del dólar hasta $1.400, con lo que el peso se depreciaría casi un 30%) y levantan el cepo, un reclamo urgido por todas las patronales para abultar sus negociados y ganancias. Además, exigió unificar el dólar oficial y los paralelos en un solo valor, que podrá fluctuar entre 1.000 y 1.400 pesos por dólar.
El gobierno dice: “para abrir el cepo”. ¿Es que acaso al pueblo trabajador le está quedando algún resto para salir a comprar dólares? El gran problema para las y los trabajadores es que no llegan a fin de mes, no que quieran ir a comprar dólares. La apertura del cepo sí es una fiesta para los pulpos especuladores, o para las grandes empresas multinacionales, que ahora pueden fugar todas sus súper-ganancias al exterior.
Profundizar el ajuste, la motosierra. El gobierno ya avisó que el superávit de este año, que se quería llevar a 1,5% del PBI, se agrandará hasta el 3%. Traducido: achicar el gasto público, seguir hambreando a las y los trabajadores del Estado, a las y los jubilados, cerrar más organismos, achicar más todavía salud y educación, hasta que “dé” ese número.
Otra exigencia que aparece explícita es acelerar las privatizaciones. También reclaman avanzar con la reforma laboral, o sea flexibilizar al extremo y quitarle todos los derechos conquistados al pueblo trabajador. Y, como no podía faltar, continuar con la reforma previsional, hambreando más aún a jubilados y jubiladas, aumentando la edad jubilatoria, eliminando regímenes especiales, como el docente, y lanzando algún sistema de privatización, parecido a las AFJP. Lo que apareció también fue la exigencia de que la Argentina saliera del swap con China, o sea que profundizara más aún su alineamiento y dependencia con Estados Unidos.
Los privados se habrán hecho miles de millones de dólares más ricos y el país, que somos todos, habremos quedado miles de millones de dólares más endeudados. No veremos ni un solo dólar de la deuda que el régimen tomó en nuestro nombre, es todo para los cuatro o cinco vivos de siempre. De movida, como era de esperar el dólar, pasó a 1.250 desde 1.050 que era el valor oficial el día anterior. Como la mayoría de las importaciones se hacen por este dólar oficial, las consecuencias están cantadas: otro salto inflacionario en abril, y con rebote en mayo. Se viene meses con números parecidos y hasta peores a los de marzo. Mientras tanto el gobierno insiste en no homologar convenios por arriba del 1,5% mensual.
Milei-Caputo se rifaron 5.000 millones de dólares entre enero y marzo, mientras se les abría la brecha entre un dólar oficial cerca de mil y los paralelos que se le iban arriba de 1.300. Justamente por eso en marzo hubo una ola de remarcaciones que terminó con un índice de inflación de 3,7%, pulverizando más aún los ya alicaídos salarios y jubilaciones. El trabajador no tiene nada que festejar. Se trata de un nuevo acuerdo con el FMI, que, como los 22 anteriores, sólo nos traerán más hambre, entrega, devastación ambiental y marginación social.
La consecuencia de tanto sometimiento será la continuidad del ajuste y cumplir con las descaradas exigencias de “reformas estructurales”: entre otras un nuevo ataque al sistema previsional y a los derechos laborales.
Pagar la estafa significa menos: salarios y jubilaciones, empleo registrado, escuelas, raciones de alimentos, viviendas, hospitales, centros de recuperación, tecnología, material didáctico, formación en servicio y un largo etcétera que hacen a la deuda popular más grande, histórica e inmoral que es la deuda interna.
Los fondos frescos no serán para resolver ninguna necesidad popular, sea mejores salarios o jubilaciones, o más presupuesto para salud y educación. Los fondos entrarán derechito a las reservas del Banco Central, y sólo se podrán utilizar para que el dólar no se escape por arriba de la banda de 1.400 pesos. O sea, igualito como hizo el propio Caputo en 2018, los van a rifar vendiéndoselos baratos a sus amigos especuladores para que los fuguen, a cambio de que el dólar no se les escape mucho, por lo menos antes de las elecciones.
También por supuesto, se usarán para pagar vencimientos de deuda. Con el propio FMI, ya que se corren por 48 meses los vencimientos de capital, pero hay que pagar los intereses. Y con los acreedores privados, donde primero en la fila está el vencimiento de 4.500 millones de dólares en el mes de julio.
Increíblemente, el gobierno afirma que este acuerdo “no aumenta el endeudamiento” ya que se cancela Letras Intransferibles del Banco Central por la nueva deuda con el FMI. Es ridículo el argumento: una deuda en pesos, intra-estado (el Gobierno “le debe” teóricamente al Banco Central), es canjeada por otra en dólares, que paga más del 5% de interés anual en dólares, con el Fondo, que viene atada a un montón de exigencias.
El endeudamiento es fatal para millones de argentinos, empobrece, destruye las expectativas como destruye el trabajo, alimenta el déficit como la inflación, limita o aborta las actividades económicas familiares y de las pymes, compromete a las siguientes generaciones, y mantiene al país en un permanente estado de postración.
El estado privatiza los privilegios y lo más público que exhibe es la deuda creciente, aun cuando se declama superávit fiscal.
Sostener en alto la memoria del origen del endeudamiento en la dictadura, el traspaso de las deudas privadas al pueblo, las denuncias por fraude cajoneadas, los fallos ignorados, los planes de reestructuración y los pagos contantes y sonantes basados en informes de los pretendidos acreedores.
Conocemos las bravuconadas de políticos que declamaron el pago de la deuda pero acudiendo a créditos más caros, la descomunal fuga de capitales atada al endeudamiento, la continuidad de estudios de abogados en distintas gestiones, la degradación del Congreso y la Justicia, y la complicidad de organismos internacionales junto a presidentes y gobernadores en el incremento de la deuda incluso cuando se malvendían las empresas públicas.
Se ha procedido así a atender la deuda externa y no las necesidades de los argentinos. Entonces la deuda podía pagarse, pero no desde la contraída por la dictadura de 1976, que los gobiernos “democráticos” han reconocido. Es impagable, cuanto más se paga, más crece: las deudas se pagan, las estafas no.
La deuda pública argentina tiene atado al país, y es un problema derivado de la persistencia del colonialismo atado al predominio del capital financiero especulativo.
Articulemos todas las luchas para enfrentar el ajuste y el sometimiento al FMI; es la tarea de la hora para el movimiento popular, con un plan de lucha que se extienda en el tiempo.
Exigimos los nombres de los principales responsables (empresarios, políticos, profesionales) que se hagan cargo; hacer públicos los nombres de los presuntos acreedores;
Declarar la insolvencia es decir el default. Salirse de la usura permanente.
Auditar y declarar nula cualquier deuda considerada fraudulenta o ilegal; establecer la responsabilidad de los organismos que cedieron préstamos millonarios a un estado que a todas luces no podía devolverlos; devolver la soberanía.
Puntualizar con nombres propios las responsabilidades de funcionario público; sanción a los responsables y reparación de los delitos.
Refundar la convivencia democrática y comunitaria bajo otros parámetros. No vivimos en democracia sino en partidocracia del monopolio de la representación que la tienen los partidos políticos. Los partidos políticos gobiernan para sí mismos es una oligarquía que no rinde cuentas.
Dejar de financiar campañas de políticos hambreadores.
Testimoniar con la lucha inclaudicable por la independencia del país, a través del estudio a conciencia, permanente, y la denuncia del fraude, enfrentando a todos los sectores cómplices, desde la dictadura hasta hoy.
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No me contestaste y tenía que hacer un trámite, pero no hay problema; chiflame y estoy.